La cataplana es más que un simple plato: es un símbolo del patrimonio culinario del Algarve. Su nombre deriva de la singular sartén de cobre con forma de almeja en la que se cocina, y representa siglos de historia, fusión cultural e ingenio culinario. Ya sea rellena de marisco, cerdo o verduras, este plato sigue reuniendo a la gente en torno a la mesa.

Sus orígenes se remontan a la ocupación árabe del sur de Portugal, entre los siglos VIII y XIII. Los árabes trajeron consigo no solo especias como la canela y el comino, sino también avanzadas técnicas de metalistería y cocina. Los historiadores creen que la cataplana se inspiró en el tagine, un recipiente norteafricano diseñado para conservar la humedad y el sabor durante cocciones prolongadas.

El plato de cataplana refleja la abundancia del Algarve: almejas, gambas, calamares y pescado fresco se suelen combinar con chorizo, pimientos, cebolla, ajo y un chorrito de vino blanco. Cocinado en una sartén sellada, todos los sabores se funden en un guiso rico y aromático. Es una cocina lenta y deliberada que captura la esencia de la tierra y el mar.

Aunque muchos restaurantes turísticos ofrecen una versión del plato, los habitantes de Tavira saben dónde encontrar el auténtico. Pregunta por ahí y te recomendarán lugares como... Matías, justo al lado del puente, o Zeca da Bica y Agua Salgada Cerca del mercado. Estos son los lugares donde tanto locales como expatriados acuden una y otra vez para disfrutar de una cataplana auténtica y tradicional, preparada con esmero y sin concesiones.

Si buscas un auténtico taste del Algarve, empieza por la Cataplana. No solo es deliciosa, sino que también es un plato que narra siglos de cultura costera, moldeada por el mar y condimentada por la historia.