A primera vista, Tavira parece tranquila: casas de tejas, calles tranquilas y un río que brilla bajo el sol. Pero este tranquilo pueblo también esconde historias. A lo largo de los siglos, las leyendas se han asentado en sus piedras, contadas una y otra vez en voz baja. Si te tomas tu tiempo, quizá las escuches.
La historia más conocida recorre toda la ciudad. El río Séqua, que nace en las colinas de la Serra do Caldeirão, se convierte en el río Gilão al pasar bajo el antiguo puente de Tavira. El cambio de nombre no tiene una respuesta científica, pero los lugareños te lo dirán: es por amor. En la época árabe, la hija de un rey llamada Séqua se enamoró de un caballero cristiano llamado Gilão. Se conocieron en secreto en el puente, sabiendo que nunca podrían estar juntos. Cuando fueron descubiertos, ambos bandos se volvieron contra ellos. En lugar de separarse, cada uno se lanzó al río: Séqua río arriba, Gilão río abajo. Así es como el río obtuvo sus dos nombres. Y Tavira, dicen, se formó a partir de su historia.
En el castillo, hay otra historia. En la noche de San Juan (23 de junio), algunos dicen que una joven morisca, una Moura Encantada — aparece en la pared, cepillándose el pelo bajo la luz de la luna. Espera a que alguien rompa su hechizo. Es una de las muchas leyendas antiguas sobre mujeres encantadas que, según se dice, guardan tesoros o recuerdos. Sea cierto o no, los lugareños aún miran hacia arriba cuando la noche es tranquila y hay luna llena.
En el siglo XIII, siete caballeros cristianos fueron emboscados y asesinados cerca de Tavira durante una misión de reconocimiento. Cuando sus caballos sin jinete returned, el ejército cristiano lanzó un ataque y recuperó la ciudad. En Iglesia de Santa Maria do Castelo más tarde se construyó en el lugar de la antigua mezquita, y la leyenda dice que los caballeros están enterrados bajo ella, aunque nadie lo sabe con certeza. A día de hoy, su memoria se honra en piedra, sombra e historia.
A las afueras de Tavira, cerca de Conceição, se cuentan historias de pinares donde se dice que los espíritus caminan al anochecer. Algunos creen que cuidan de los animales, especialmente de los camaleones que viven aquí: tranquilos, vigilantes y siempre cambiantes.
El mar también tiene sus historias. Los pescadores hablan de un espíritu marino que canta en la Ría Formosa en las mañanas de niebla: mitad mujer, mitad ola, todavía en busca de un amor perdido. Algunos dicen que trae suerte. Otros simplemente asienten, dejan una ofrenda y se dirigen al mar.
Y en la cercana Santa Luzia, famosa por sus barcos pulperos, se habla de viajes extraños. Los barcos se desvían de su rumbo, solo para llegar a return lleno de peces, como si alguien, o algo, los hubiera guiado de regreso.
No encontrarás estas historias en letreros ni en vitrinas de museos. Pero siguen formando parte de Tavira: en una suave ráfaga de viento, en la quietud del río o en la forma en que el viejo puente refleja la luz al atardecer.
Algunos dicen que el pasado ya pasó. En Tavira, es un poco más difícil de localizar, pero nunca está lejos.

